La
voz de mi virilidad creciente es el eco de la
conciencia.
No hace falta contar lo que contienen los archivos del
hombre solitario.
El Señor conoce los archivos del hombre solitario
y su ojo es como quemadura permanente en lo interno
de su vida.
Job se adelantó a decir lo que diga el individuo en
su libro.
De la fiebre del corazón hay que contar en el mundo
de los tiempos,
fiebre que encendió el milagro en los días del
sufrimiento mesiánico
en todos los Job judíos en el mundo
y es tan peligrosa como la pulmonía.
Nuestra antigua ira nos alimenta,
y el mundo se alimenta del exceso de nuestro
mesianismo,
de este autor judío, basado en la indignación,
al derramar Dios nuestra sangre en setenta reinos;
y lo supieron además los gentiles portacuchillos
que el olor de corderos calientes sale de las ropas de
los judíos.
Y supieron: llegó la hora de la carnicería,
al observar la luna llena, cual manzana roja,
sobre los techos de nuestras casas en la tierra.
De los archivos del pueblo, del profundo matadero de
generaciones
se dio la orden al profeta de salir a las puertas de la
ciudad;
y recibe el llamado: ¡sube y sumérgete en la sangre
viva, porque fuiste bautizado!
Y será ensangrentada también la túnica sobre
tu piel
como si no hubiera sido blanqueada por el lavado que
hizo tu madre.
Y gritó tu conciencia roja, perforada cual criba:
¡¡Clamor!! como si fuera boca de un cuerpo humano
acuchillado.
Como en la destrucción de Sodoma y en la ruina de
Troya
te hemos visto, hija de Europa,
en días de terror para tu reino y en días rojos de
aislamiento,
al elevarse cruces sobre tus banderas y sobre los
adornos de tus fortalezas,
al salir los cañones y las tropas, clamaban las
gargantas y las trompetas:
¡A la guerra todos los cristianos!
y día a día el derrumbe de la grandeza de los gentiles
aumentaba los monolitos coronados por una cruz.
Madres se consumían añorando a sus hijos que estaban
entre los cañones
mujeres marchitaban sus senos al pudrirse los
cadáveres de sus maridos en tierra maldita,
ancianos palidecían como el yeso y las nietas se
prostituían.
Los dioses del mundo destruido te pusieron a
disposición de toda muerte
y envolvieron tus restos en vestidura de vergüenza
y dejaron el alma perforada por las flechas, cual criba.
Está el alma, cual colador, en el centro del mundo
y las tinieblas se filtran por sus perforaciones y no
hay salvación.
Se inmovilizó la mano que tapaba los agujeros
que, cual heridas profundas, cicatrizan a la luz de la
fe en Dios.
Es como el arco iris, mientras que el alma
es espejo en el que se reflejan los acontecimientos
y también nosotros, antiguos prisioneros de Tito, judíos
de todo el mundo,
fuimos conducidos como masas de prisioneros
humillados,
vendida su sangre a cambio del pan y del agua y de
la ropa
que cubre la piel, al precio
de autorizar la vacilación y también mirar a los ojos.
Pero ni uno solo de nosotros, vive Dios, se unió a los
millones
que se regocijaron ante los días de la sangre.
Porque cada uno de nosotros fue entonces como un
árbol de llanto
y cada uno de nosotros, que se sumó al derrumbe de
los ejércitos
a esa multitud de diez millones
y se pudrió como el cristiano y fue parte del polvo
que no es de Jerusalem -
este individuo - en nombre de los miles de nosotros
es llanto oculto, es desgraciado, aún después de la
guerra
y todo el que llora, en algún lugar del mundo,
pone fervor dentro de su llanto;
y todo el dolor que perfora hasta los huesos
el filo de su sufrimiento es judío.
Si estuviera cerca de Dios la hija de Europa
se levantaría a llorar en voz alta:
por el pecado que pecó contra ella misma y contra
nosotros.
Hay valle para los que lloran con sangre y rechinan
los dientes
en los bellos paisajes de la cultura, cultura de Europa;
allí estuvieron los padres bajo el palio nupcial
y en la palidez de sus rostros había majestad del reino
que no es de este mundo...
Allí alumbraron nueve lunas la maternidad de madres
que dieron a luz soldados para las profundas y antiguas
penas,
madres hebreas salvajes ante la cortante cruz de
Europa.
Las canciones de cuna que nos cantaron, niños del
destino,
cánticos sobre el cordero de oro, pasas de uva y
almendras...
Ornamentos de dedos que afilan cuchillos, adecuados
a las ideas
acerca de los judíos despreciados.
Ah, estos judíos de la casa de David, comerciantes,
vendedores,
taberneros y molineros.
¡Estos con mantos de oración y filacterias en el siglo
veinte!
Ah, éstos que saltan por encima de montículos de sus
muertos queridos
que se emocionan ante el resplandor de una bella
salida de sol.
Ah, ¡éstos que se marchitan en las cárceles mientras
sus pulmones palidecen!
Y éstos que ponen pólvora bajo las bases del reino
arrastrando el dolor a la clandestinidad...
Ah, ¡cómo clamamos a ti Europa cortés!
¡Eramos considerados inferiores a los perros de las
calles!
¡Y cómo profundizamos nuestro silencio hasta el
segundo milenio!
Todas tus campañas llamaban a glorificar la masacre
al centellar la cruz sobre todo pecho, la cruz de
Jerusalem;
y flamearon banderas a tu edad salvaje
porque era la fiesta de todas las festividades,
la fiesta del derrumbe de los judíos en los mercados...
De los pergaminos del Pacto del Señor hicieron las
tropas zapatillas
y lo relataron en cartas a padres y a madres
y sus bocas lo contaron en los prostíbulos;
el río Dniéper y las cascadas del Vístula alimentaron
sus peces
hambrientos con buenos ahogados, hijos de Israel.
Hubo mañanas de regocijo sobre la tierra de los
eslavos,
cielos dolientes en sus crepúsculos
y no pudieron las aguas mantener los cadáveres
flotantes
y los escupieron en las orillas en hermosas mañanas.
Y nosotros, que quedamos viviendo, no nos
enloquecimos
al volver a tierra firme nuestros muertos queridos,
borrado el rostro de Dios ante el agua y los peces.
Se quemó el templo, pero el santo espíritu se salvó,
en muy profunda aflicción se alimentó de heroísmo.
¡Lo prueba la existencia de un poeta judío en el mundo!
Se destruyó el reino, pero los portadores de su
majestad permanecen
porque la arrastraron los prisioneros a Roma y vivieron
con oprobio,
hasta que se levantó en roma la cruz de Jerusalem
y Roma los dio como tributo vivo a todos los países
del mundo.
Pero murió para nosotros la tierra del pan judío
y juró a Sion la mano que jamás arará parcelas
para
pan entre los gentiles
que sólo cavará fosas en la tierra para los muertos
entre sus prisioneros
y convertirá el polvo profano en ola de Jerusalem;
recuerdo de qué murió para nosotros la tierra del
pan.
Fuimos ingenieros de caminos en el medio de los
tiempos:
en nuestro nombre y en nombre de todos los
vagabundos de la tierra.
Para los profetas de todos los días que penetran en
los acontecimientos de los pueblos.
El permanente Reino de Israel sin territorio de Israel,
fue milagro en la hora en que Roma tuvo su ocaso.
Madres embarazaron en el temor de las noches
y dieron a luz hijos e hijas para la desgracia y
primogénitos para el exterminio;
y los padres rezaron: Reino celeste en el mundo.
Suplicaron: ¡piedad grande para las generaciones!
y fue ágata la lágrima en la corona de sufrimientos
de
nuestro espíritu santo en el portal de las generaciones.
No nos enviaron hacia ti Europa las legiones de Tito.
El Dios de la visión de los profetas de Jerusalem nos
envió
a encender en el centro del universo la zarza divina.
Sobre un hombro llevamos el Monte Sinaí y su humo
y sobre el otro la ciudad santa de Jerusalem
y en el centro de todo el temor, el fuego y el oro;
abismo de sangre para todas las sangres desde la
eternidad;
y en el corazón el reloj de la raza para las generaciones
de exiliados...
Nuestro hermano es Baruj Spinoza, el pulidor de lentes
para ganar su pan diario y para que también pueda en
las noches,
pulir el diamante del alma grande
y legar a las generaciones del universo un tratado de
luces (purificación de cerebros).
En nuestro hermano el anónimo autor del libro del
Zohar;
su cuerpo sin duda estaba en imán modelado,
nuestro hermano es cada uno de los satélites
mesiánicos
que cayeron desde las alturas de su visión como
meteoros
y se apagaron en nuestras laderas y fueron maldición.
El comerciante judío de Disseldorf también es nuestro
hermano
y hermano nuestro es su hijo, príncipe de los poetas
alemanes, Heine.
Y Rabí Israel de la buena fama es nuestro hermano
como lo es el sabio de Vilna
y Sara Bat Tovim, la gran hermana para la oración
y Arie Leib Trotzky, comandante del ejército
revolucionario,
al que todas las campanas rusas obedecen en su voz
judía heroica
y Einstein, cuya doctrina de la relatividad es aceptada,
también es hermano nuestro
y Bogrov que demolió una columna de maldad: Stolipin
y tantos y tantos más
todos los que bailaron danzas zalameras en Polonia
y eran reyes del dolor, que se elevó por encima de
todas las torres
en la tierra eslava
y todos los que profetizaron milagros del cielo en la
visión
y marcharon a través de los siete firmamentos como
por su aldea,
hermanos son de los que están en la tierra de Israel.
El fue el rey más insultado en el mundo: Ahasvero,
después de la destrucción de Betar, la Jerusalem del
heroísmo,
aquí cayó sobre su espada y se aturdió...
y su reencarnación llevó al Foro el Candelabro del
Templo para Tito,
que fue seccionado por las órdenes de Roma...
No caminaba por la ruta principal sino que se movía
zigzagueante
envuelto en su manto de oración y con las filacterias
sobre el vértice de las generaciones y sus pelos de
punta: el cristianismo.
Daba vueltas en torno de un círculo o cortaba los
rodeos
y supo su cuerpo como pasar por el ojo de la aguja...
Y él se paseaba en la visión a lo ancho de las ventanas
(en las que se subía la claridad) de setenta reinos
y murmuraba la majestad de su Dios universal entre
los gentiles.
Y vio una bandera estropeada de un reino lejano
a la cual le fue cortado el puño pero le crecieron alas,
elevaba al reinado sobre todos los reinos...
Y él, a quien encontraron los pueblos a imagen de
Jesús
él fue al costado de la senda llevando sobre sus hombros
la viga muy pesada del Templo del Señor.
Y dijeron los pueblos: es venganza, es la viga de la cruz.
Ahasvero no respondió... profundizó su silencio
y así se levantó la más firme fortaleza, de
todas las
fortalezas del mundo:
la fortaleza del silencio del Rey Ahasvero
oprimida por el cielo, el siglo veinte, ¡Europa!
y el judío que marcha entre vosotros es astrólogo
en el segundo milenio de su dolor él ve:
pueblos desconcertados frente a un círculo creciente
prueba de enojo, d e destino de sangre que pisoteará,
y el rostro del rey Ahasvero hacia el rectángulo cósmico
prueba de la tranquilidad futura,
porque uno de sus pies está sobre la Tierra de Israel.
Ay de ti, maravillosa Europa, tus pueblos no tienen
profeta
tu Dios no murió en la cruz, murió dentro de tu sangre,
una muerte eléctrica.
En vano tocará el órgano melodías en la gótica
iglesia
en setenta idiomas, no hay serafín que anuncie
sangre viva hay sólo en las veintidós letras hebreas.
¡Tiene la palabra el cuerpo insultado del rey Ahasvero!
Todas sus partes contaron en voz alta sus experiencias
entre los pueblos
porque cada parte de su cuerpo fue cortada en el medio
del mundo
el día en que fuimos sacados como carne en el mortero
cristiano.
¡Roma devora mi reino hasta sus cimientos
y España corta en pedazos y quema los cadáveres y
los pergaminos.
Y Rusia acuchilla en los días del Zar Nicolás!
¡Y éste llega a Polonia y a sus hermanas lilnderas!
En el siglo veinte se levanta un poeta judío a cantar
desde las profundidades terribles de la sangre
en medio de Europa
(burló la frontera polaca y llegó en barco italiano
a
Iafo).
Está parado, de día, sobre la costa del Mar
Mediterráneo judío
y rodea con un hilo escarlata los territorios lejanos
de los pueblos malvados.
Señal del reino de la sangre - allí santificamos el
nombre del Señor
ordenamos a todos los barcos del mundo que nos
lleven a la tierra de los Filisteos
y buenos son todos los marineros que elevan nubes
desde los abismos de las costas
Constanza, Trieste, benditas ciudades portuarias para
todos los prófugos
y he aquí que estamos en el mar, ¡el Mar Mediterráneo
nuestro!
y de nuevo el cordón de oro de las aldeas Filisteas
nuestras
y de nuevo el portón abierto hacia la Judea nueva,
burla a los conquistadores de Canaán en el segundo
milenio de la Roma muerta.
Nosotros llamamos a nuestra derramada sangre en
los nervios de Europa
que se derramen hacia aquí, en el cruce de los nervios
hebreos
sobre la tierra de Israel
y la recompensa por la divinidad que cálidamente
infiltramos en la carne de los idólatras
premio por haber dado toda la visión y toda la
expresión en los libros de los gentiles
sangre, cerebro y carne en el hambriento engaño
aún lo demandaremos en la Judea nueva.
Porque saldrá de su suave piel el cordero piadoso
y será cachorro de león que se levanta de su agobio
y ruge
sobre la tierra de Israel.
Y yo he bajado el telón sobre la vida de un cuerpo
y lo he dado, en su carne y en su sangre al pueblo
de millones
que fue llevado al holocausto, en sus hijos e hijas en
el medio de Europa.
No soy poeta por amor a la poesía en el mundo,
sobre el yunque de la tierra están millones de pies judíos
y su profunda pena es mi pena y su esplendor es el mío,
y su fin será también mi fin.
Hay un profundo clamor nuestro que no se oye
desde las profundidades de nuestras vidas en los oídos
del mundo,
tampoco la oímos nosotros - los mortificados.
¡Acaso es posible que un poeta de Israel cante una
canción glorificando el ocaso del sol
y no arranque sus acentos, como trozos de su carne,
para expresar la verdad de la Comunidad de Israel!
¿Un poeta judío que cante en el yambo romano?
¡Y nuestra gota de lágrima pesa como el globo terrestre!
¡Versos extensos! ¡Versos breves! A modo de la marcha
de Israel en el mundo
y el rojo sobre el rojo grita: ¡la sangre! la sangre de
Abel se silencia sobre la tierra
pero nuestra sangre derramada clama
y la sangre que aún será derramada sobre la arena.
¡Ay! sea la gran ira el ritmo adecuado a todas nuestras
infortunadas generaciones
nuestras palabras en hebreo desde la Tierra de Israel
- balas a todas las naciones del mundo.
No lamimos miel de los bosques del mundo.
Nuestra lengua, que lamió la sangre, como perro, de
las heridas de nuestros muertos
en medio de Europa,
¿cómo podrá cantar a la falsa magia
y no ver los cuerpos turbios en el fango descuartizados?
El que llama a separarse de esta comunidad doliente
sobre la tierra,
en nombre del corazón - este órgano que late,
el que dice asemejar al poeta judío a un pájaro extraño.
Al que hace este llamado - maldíganlo los Dioses:
que no vea el abismo que espera a su cuerpo;
que no vea la cruz universal que apunta tres extremos
a este corazón
latente para picotearlo...
Bajé el telón sobre la vida de un cuerpo y di su carne
y su sangre y su cerebro al pueblo
de millones en medio del mundo,
y parece un árbol en nuestro bosque doliente
que se mueve junto a millones de árboles en la
tempestad
al llegar con su hacha Nebuzaradán, el leñador.
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