Levi
Itzjak insinúa una rebelión contra los designios del
Señor, no acepta que la situación continúe
cual se estaba desarrollando y exige una nueva decisión:
Llegó la hora en
que tú debes elegir
ser el Dios padre que
siempre anhelamos,
el que bendice a su pueblo,
el que bendice su azada
y su yunque
el que bendice su espada
y su canto
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O que tú proclamas
y anuncias
estáis liberados
de vuestra promesa hecha en el
Monte Sinaí.
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La
esencia del poema es el replanteo de la fidelidad del pueblo judío
a su Dios.
No
llegamos al final de los días pero sí llegamos, en
sangre al fin de los caminos.
No
hay más camino para recorrer, es hora de definiciones, y
así lo dice el poema:
¡Creador del Mundo! Hacia
aquí o hacia allá
no estás acostumbrado a que un judío se levante
y exija,
estás acostumbrado a sus alabanzas,
a la tonada de sus melodías
..............................................................................
¡No toleraré más!
Yo Levi Itzjak de Berdichev
exijo una respuesta en alta voz.
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Y
si la respuesta del Señor no satisface las esperanzas del
Rabino, el poema dice:
Y si a pesar -muy a pesar
mío- Tú dices sí,
así como fluyen las aguas en el mar
sin objetivo y sin ley y como gira la rueda
seguiréis girando,
yo te digo ¡No!
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