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INTRODUCCION

 

Un ejemplo de figura poética -difícilmente superada- la encontramos en el profeta Ovadía -ya citado- (Capítulo único, versículo 4). Dice: "Si te elevaras cual águila, si entre las estrellas pusieras tu nido, de allí te bajaré, dice el Señor".

De todos los profetas quien guarda mayor semejanza con Uri Tzvi Grinberg es Jeremías. Ambos anunciaron tragedias de cumplimiento inmediato, y ambos también anunciaron la redención futura. Ambos fueron odiados y perseguidos por los dirigentes oficiales en sus respectivas épocas y por gran parte del pueblo a quien intentaron salvar. Ambos enfrentaron adversarios que negaban y contradecían sus anuncios y ambos vieron en vida el cumplimiento de sus negras profecías; ambos oraron para que estas profecías no se cumplan. Jeremías murió sin llegar a ver el comienzo de la redención, mientras que Uri Tzvi Grinberg sí alcanzó a ver el restablecimiento de la soberanía judaica en la tierra de Israel y la unificación de Jerusalem.

Ahora pasaremos a referirnos a la poesía.

De los poetas hebreos Uri Tzvi Grinberg tiene la mayor semejanza -y al mismo tiempo profundas diferencias- con Jaim Najman Bialik. Ambos escribieron mucha poesía en idioma hebreo, pero mientras Grinberg escribió centenares de páginas de poesía en idisch, Bialik escribió en ese idioma apenas unas pocas decenas de páginas. Ambos fueron poetas precoces, pero mientras que Grinberg siguió escribiendo poesía hasta la ancianidad, Bialik terminó todos sus poemas y la mayor y más importante parte de su poesía antes de cumplir 36 años. En el cuarto de siglo posterior Bialik siguió trabajando intensamente: recopiló las Agadot (Leyendas judías); tradujo entre otras obras Don Quijote de Cervantes, Guillermo Tell de Schiller y El Dibuj (El Demonio) de Ansky. Escribió ensayos y artículos, pronunció conferencias y discursos, pero sólo muy raramente escribió alguna nueva poesía. Bialik en su poesía inicial es revolucionario y desafía al propio Dios de Israel: escribe que el sol brille mientras él viva, y no que ilumine su tumba. Culmina con la proclamación (en el poema "Los muertos del desierto"): "Somos la última generación de la servidumbre y la primera de la libertad". Pero después Bialik se convirtió en hombre disciplinado del establishment sionista hasta el final de sus días. Grinberg siguió siendo revolucionario toda su vida y no transigió con ningún establishment en ningún momento. Durante dos años (1949 a 1951) fue diputado en la Kneset (Parlamento de Israel), y no siguió actuando porque, como lo dijo el Dr. Iojanán Bader: "No se puede atar un pegaso a un carro".

Por último, ambos poetas dieron expresión al dolor y a la pena por las persecuciones y matanzas sufridas por su pueblo. Pero, así como difieren en magnitud las tragedias que asolaron a los judíos en el pogrom de Kishenev y en el Holocausto, también difieren en extensión y en profundidad poética las reacciones de ambos poetas. Bialik publicó el poema "En la ciudad de la matanza" que conmovió en su tiempo no sólo a los judíos. Grinberg publicó un libro de poemas, Rejovot hanáar (Las calles de río), que constituye el mayor monumento poético a la memoria de las comunidades destruidas y a las familias e individuos judíos aniquilados.

No me propongo en esta introducción referirme a toda la poesía de Uri Tzvi Grinberg, ni siquiera a todas las poesías incluidas en esta selección. Analizaré sólo algunas de las diecisiete traducidas para esta edición.

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