Yair, soldado y poeta fué muerto a los 34 años. Al
igual que otro poeta mártir, Federico García Lorca,
fusilado a los 38 años, mucho podría esperarse aún
de él, pero éste fue su destino, al que no quiso escapar,
porque se le ofrecieron lugares de refugio que el rechazó.
Yair vió a la mujer como compañera de lucha. A continuación
transcribo una poesía que él dedica:
A nuestras hermanas
en las filas
Tú eres
la madre de la vida, la madre de la muerte.
Tú eres el amor y tú eres el odio
En días de lucha, en noches oscuras
Estás con nosotros en el peligro.
Venció
el enemigo - tu espada vengará
Eres Judith, Yael, Sara
Inútil será la mano del verdugo
Su espalda perforará tu disparo secreto
Vive, aprende
de la hija de Nili
Luchar y morir muerte heroica
Hiere al impío, mátale
Como a Holofernes y a Sisro
Para Yair la
mujer era una luchadora más.
El poeta no dudaba que habría un triunfo final, pero estaba
casi convencido de que él no alcanzará a verlo. Esto
lo dice en estas dos breves poesías. La primera la encabeza
con un texto de La Ilíada.
Será una mañana, o una tarde o un mediodía
Cuando alguien me quitará mi alma
Homero. Ilíada 21-111
Yo sé vendrá una mañana o una tarde
Y yo caeré solitaro, agonizando en el campo de batalla
A mi alrededor rondarán las fieras,
El desierto, la muerte, la tempestad.
Pero lo que
endulzará mi muerte
Lo que hará agradable el viento del desierto
Será cuando mis ojos, en el abismo de la muerte
Verán alumbrar las antorchas de la victoria
En la poesía
anterior habla de sí mismo, que no verá la antorcha
de la victoria y en esta otra habla de los luchadores que tampoco
sobrevivirán para presenciar su triunfo. Y esto dice la poesía,
a la que no le puso nombre el autor:
Vendrá,
vendrá el más grande de los días.
Púrpura gubernamental en sus hombros,
En su frente el Templo, los cielos de Sión
Y como corona de oro, el sol
Vendrá,
vendrá el más grande de los días
El que rompe el yugo, el redentor
El que endereza a los encorvados y libera a los presos
El día de libertad del Reino de Israel
Vendrá,
y el puñal, cetro en sus manos,
Con el esplendor del reino redimirá.
Y los huesos de los luchadores por la libertad
Serán cubiertos por el polvo del olvido.
Pero hay también
una poesía en la que Yair expresa la decisión de levantar
junto a los luchadores la corona del reino. Allí no habla
de después de muerto sino que combatirá. Esta poesía
tampoco tiene título.
No preguntaré
por qué ni para qué;
En la patria sin piedad
En mis manos puso esposas
Un policía bandolero.
Este es mi camino
y no hay otro
Cárcel, pan duro y clandestinidad
Soy hijo de la generación rebelde
La generación que traerá el fin
Apretada es
su mano como roca dura.
Las tropas del Rey Mesías
Con su espada liberarán al pueblo
De las cadenas de la Diáspora
Llegará
un día y romperemos las cerraduras.
Perforaremos las murallas.
Y como el águila en los cielos
Flameará la bandera de la libertad.
Somos amantes
de la libertad
La cumpliremos con nuestra propia sangre.
Y en la tempestad de nuestra guerra
Santificamos el objetivo
Llevaremos la
planta de nuestros pies
Sobre la cima de la visión de nuestras vidas;
Levantaremos con nuestras lanzas
la corona del reino.
Aquí quedan presentados ante el público de habla española
poesías combativas de seis poetas de Israel.
Ing.
Moshé Dayan
Poesia
Combativa
Página 14
FIN
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