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UNA ES LA VERDAD, NO HAY DOS

 

Vuestros maestros os enseñaron: una patria se compra
con dinero.
Se compra la tierra y se toma la pala.
Y yo os digo: No se compra una patria con dinero,
y con la pala también se cava una fosa en la tierra
y se entierra en ella al muerto.

Yo os digo: Una patria se conquista con sangre,
por la sangre heroica se la hace propia,
y sólo lo conquistado con sangre
se santifica en el pueblo con la santidad de la sangre
y sólo el que sigue al cañón en el campo
también merecerá seguir su buen arado
en la tierra conquistada:
y sólo esta tierra dará pan fortalecedor y alimenticio,
y la casa que se construirá sobre sus cimientos
será altar y fortaleza,
porque absorbió sangre honorable.

Vuestros maestros os enseñaron:
el Mesías vendrá en largas y posteras generaciones
y Judea surgirá sin sangre y sin fuego.
Se levantará con cada árbol, con cada casa construida
y yo os idog: si vuestra generación se atrasara
y en vuestros tiempos no actúa
y si no lograréis tomar el destino en vuestras propias
manos,
y si en el fuego no entraréis con el escudo de David,
y si no pisarán las patas de vuestros caballos charcos
de sangre
el Redentor no vendrá ni en la más lejana generación
y nunca se levantará Judea.

Vosotros pagaréis tributo a todo gobernante extranjero.
Vuestra casa será paja para la chispa
de todo bandido e incendiario,
y todo árbol vuestro, con su carga de fruta madura
será talado.
Vuestros vientres serán perforados por manos enemigas
y el valor del muchacho será igual al del lactante
ante el filo de la espada del enemigo.
Sólo vuestra habladuría permanecerá
vuestra única propiedad en la vida.
Testigos de vuestra vergüenza, serán documentos
dispersos en todos los archivos,
y la eterna maldición universal
se verá en el perfil de vuestra imagen.

Vuestros maestros os enseñaron
una verdad hay para los pueblos: ¡sangre por sangre!
Pero esta verdad no tiene vigencia para los judíos
y yo os digo: Una es la verdad y no hay dos,
como uno es el sol y como no hay dos Jerusalem.
Esta verdad está escrita en la doctrina de conquista
de Moisés y de Josué
hasta el último de nuestros reyes, león herido.
Una verdad que los dientes de la Diáspora y de los
traidores
royeron durante los tiempos.

Pero vendrá un día, en el que desde el río de Egipto hasta el Eufrates
y desde el mar hasta las montañas de Moab
marcharán nuestros jóvenes armados
y llamarán a nuestros enemigos y a quienes nos odian
a la última batalla,
y la sangre decidirá: Quién será aquí el gobernante.

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