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LOS QUE VIENEN EN LA CLANDESTINIDAD

 

Visión de una noche de verano 5691 (1931)

1

He aquí que llega el prófugo, y en su rostro agitado
un ojo está lleno de espanto,
y su boca abierta como cortada por espada,
y éste relata:
matanza, incendio, sólo yo, único, solitario, he quedado.
¿Y tú, judío? ¿Hay otro judío en el universo?
Y yo no supe que quedó otro judío.
Yo estoy aquí y ellos allá: mis muertos, mis quemados
y mis descuartizados
con mis zapatos pasé sobre la sangre,
con mi cuerpo, y solitario, crucé el fuego.

He aquí que él calla, cae y se duerme, ronca.
Su boca está abierta, su boca es un abismo.
Es medianoche, el que duerme es mi hermano.
Mañana habrá luz, seguramente me reconocerá, su
hermano soy.
En sus dos ojos se trazan las fuentes del azufre caliente
yo le digo, hermano, ven a la tierra de los países
en los cuales vivimos, quemadas las almas,
y andaremos en la clandestinidad,
y encenderemos allá fuego, encenderemos,
que consuma los cimientos del reino del hombre, que
consuma;
si sobre la faz de la tierra no nos dejan estar, así estar
comunidad de judíos que esperan al Mesías
sin azada, sin espada.

Vamos a intentarlo, me contesta mi hermano.

2

 No es el lucero del alba el que asciende en el Oriente,
mira, hermano
es un cráneo, un cráneo judío, al que quitaron su piel,
está en la tierra fresca y arde aún mucho,
como en la idea del creador antes de crear al hombre.
De acuerdo al Oriente, mira hermano mío,
así será el símbolo de nuestra bandera,
el pabellón de los que marchan en la clandestinidad.
Y miró hacia el oriente, mi hermano prófugo, y dijo:
He hecho bien al llevar conmigo una camisa
empapada en sangre caliente que será nuestra bandera,
bandera de sangre,
y pude haber llevado un cráneo de un hermano
decapitado,
(estaba tirada en el mercado junto a los pollos hasta
que llegue el perro)
clavado sobre la bandera, como las tropas ponen sobre
sus lanzas.
Es el cráneo de mi hermano.
Pero no lo llevé, no pudo hacerlo mi mano.

Así me contestó mi prófugo hermano: y vi su mano
era como la mano de uno de nuestros muertos,
anaranjada como la cera; y vi sus uñas
cinco picos de tierra en cada mano...
y miré mis manos, ellas también eran así, y entendí,
nos convirtió en una noche el Dios de Israel
en los que marchan en la clandestinidad...
Si sobre la faz de la tierra no nos dejaron estar:
una comunidad de judíos esperan al Mesías
sin azada y sin espada...

3

Marchamos como mineros y sabemos el camino en las
profundidades.
El incendio que encendieron los gentiles en nuestra casa
sumergió mucho fuego para iluminar nuestros ojos
y aquí está encendido e ilumina el interior de la tierra
en la que perforamos nuestras sendas.

¿Qué estado está en el territorio encima?
No hace falta saber su nombre. Porque de todos modos
en nuestra senda hay muchos cadáveres judíos y
muchos huesos.
¿Es Polonia arriba? ¿Ucrania? ¿Francia? ¿Alemania?
¿España y Portugal? ¿Los países árabes? No hay
diferencia.
Estados de Hamán o Reino de Amalek sobre el
Dniéster,
Austria o Lituania
o acaso los Balcanes.
Marchamos cual mineros en las bases y en las
profundidades.
Es la libertad de las tinieblas, todo es muy nuestro
aquí,
porque de todos modos en nuestras sendas están
enterrados
muertos judíos y toda tierra es perversa.

4

Ambos marchamos, huéspedes en la clandestinidad.
y ambos cantamos loas a la profundidad
qué buenos son tus escondites, ¡tierra universal!
El cristianismo y el islam no pusieron en ti su temor,
no construyeron sus casas para que yo las habite...
Aquí hay libertad.
No encontré legionarios de las cruzadas
ni pasó ningún jinete árabe con su arco.
Aquí se está bien: si supieran las generaciones judías
que se puede descender hacia abajo, hacia las
profundidades,


dentro de la tierra perversa hay alivio,
bajarían y allí vivirían sus vidas tranquilos,
y se denominarían a sí mismos: pueblo de las
profundidades de la tierra...

5

Y abrió la tierra su boca cerrada
y habló con viva voz y en idioma judío:
mucha paz a los que vienen a mi seno, judíos.
Amén, porque soy judía desde el día
en que el primer gentil volteó al primer judío,
y cavó la fosa y enterro el asesinado,
y se levantó el primer enterrador judío,
y cavó la fosa y enterró al asesinado
y lo adopté como hijo con todas sus vértebras.
Amén, porque bien hicisteis, porque vivos
llegasteis hasta aquí, huéspedes primeros.
Soy de vosotros, circular y grandiosa.
Salid hacia mí, venid. No hay cruz ni media luna,
soy judía en mi seno y en mis profundidades.

6

El rostro de mi prófugo hermano se iluminó,
seguramente también el mío
y los huesos de los muertos judíos adquirieron
esplendor de plata transparente.
De repente este esplendor en las profundidades...
Es el esplendor de la patria, así como es la patria,
hermano mío.

Y de repente cánticos con la melodía de Kol Nidréi...
son marranos.
¿Tal vez llegamos a Ancona bajo la tierra?
No sabemos donde estamos, no hace falta saberlo...
Salud a los que cantan aquí en las profundidades.
Paz a vosotros; llegamos judíos huéspedes de la
matanza
prófugos de los territorios
hacia vosotros, al hogar, estamos en casa, ¡Hermanos!
Cantad, sin temor, aquí no hay clérigo, ni cruz ni
campana
sólo muertos cristianos putrefactos como los muertos
judíos
tendidos en el seno de la tierra sin espadas y sin lanzas.
Cantad loas al hijo de isaí, nuestro rey viviente,
somos los primeros aquí, detrás nuestro vendrán, sin
duda,
las tribus de todo el pueblo del territorio vivo.

7

El canto se fortifica. Está aquí en todas partes, Aleluya.
No se ve ningún cuerpo de la comunidad que canta.
Al parecer son los huesos de los muertos los que cantan
y además de nosotros dos no anda por aquí
ningún ser vivo sobre sus pies...
El canto arroja cálida luz sobre nuestros cuerpos
y nuestra pena se transforma en un esplendor bueno...

Hemos salido a perforar el interior de la tierra
y encender fuego y azufre en sus fundamentos
para derribar las bases del reinado de la perversidad
y encontramos una patria debajo del territorio,
circular y grandiosa y judía en su profundidad.

¿Qué haremos hermano? ¿Continuaremos aquí?
¿Volveremos a subir a las tribus de hermanos
y anunciarles redención y revelarles el secreto
donde está el lugar de la patria?

Miróme mi hermano en el resplandor y contestóme:

8

Estoy lleno de esplendor que no se aflige sobre el
terreno,
siento mucho calor y la luz en mí es como vino en
el lagar.
Ni pan ni agua. No necesito alimento para mis
entrañas.
¿La patria de la muerte? Es bella la patria de la
muerte.
He aquí que estoy vivo, ¡vivo!
He aquí que estás vivo, ¡vivo!
Y temo regresar por si encuentro las tropas,
por si encuentro al jinete y me pisa su caballo.

Así me contestó mi hermano y fue todo esplendor
y qué suave a mis ojos es la senda...
y di vuelta mi cara y estuve sobre la tierra

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